jueves, 17 de diciembre de 2009



Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Subdirección de Investigación y Postgrado
Subprograma de Especialización en Lectura y Escritura
Curso: Fundamentos Pedagógicos de la Lectura y la Escritura
Profesora: Angélica Silva



Participante: Claudia Pimentel
Cohorte: 2009 – III


Importancia de la toma de una postura psicológica docente sobre estrategias didácticas cognitivas para la enseñanza de la lectura y la escritura
(Texto de opinión)



Existen dos corrientes psicológicas de gran influencia en la ciencia pedagógica: el conductismo y el cognitivismo. Ambas son teorías que estudian el aprendizaje humano. La primera, lo hace a través de la conducta y la segunda a través del procesamiento de información. Estos paradigmas rigen el comportamiento y la línea de trabajo del docente en el aula. Por esa razón, como profesionales de la práctica pedagógica debemos conocer los postulados que refieren cada enfoque para así planificar y actuar como concierne a ellos, para guiar cualquier aprendizaje, inclusive, la lectura y la escritura.


En el área de Castellano nos encontramos a diario con diversas problemáticas que, a mi parecer, son respuesta a dos factores específicos: (a) confusa orientación docente en cuanto a la planificación didáctica aplicada en aula, y (b) falta de compromiso por parte de los padres, representantes y la comunidad en la formación escolar de sus niños. Como podemos observar el indicador (b) es una aparente causa que no podemos resolver de manera directa en aula con el área de Castellano, pues no depende de nosotros el comportamiento de los demás adultos. Sin embargo, la advertencia del factor (a) sí es parte de nuestra praxis diaria. Esta causa encierra un cúmulo de elementos que no hemos sabido abordar, y entre los cuales encontramos: la falta de ubicación y formación teórica del maestro en la construcción de ese saber pedagógico que guía la lectura y la escritura en el aula, y la ausencia vocacional de nuestros docentes manifestada en muchos casos, por razones sumamente conocidas (e.g., salarios no muy comprometidos con la realidad, falta de actualización en la formación docente, poco apoyo del Estado en actividades educativas, entre otros).


Muchas veces, nosotros, los docentes planificamos, aplicamos estrategias y evaluamos a nuestros alumnos sin conocer a qué postura psicológica de enseñanza estamos haciendo honor. Esta falta de información nos induce a desarrollar ambigüedades a la hora de enseñar. Es por ello que nuestra área de Castellano se ve afectada por el cuestionamiento repetitivo acerca de la importancia de dos de los sistemas del lenguaje que enseñamos: la lectura y la escritura. Es bien sabido que estos sistemas son procesos generalmente subestimados porque los propios docentes no concientizan el valor de estas prácticas como ejes transversales en todas las áreas de enseñanza. La mayor consecuencia de la subestimación a las prácticas de lectura y escritura es la apatía que reflejan los estudiantes ante ellas. Nuestros alumnos visualizan estos sistemas como actividades rutinarias y mecanicistas porque así se lo hemos hechos ver. Además, se les obliga a realizar producciones escritas que posteriormente se someten a correcciones restringidas.


Como se expuso anteriormente, no somos los únicos responsables de tal agravio a la lengua en su manifestación escrita. No podemos corregir la actitud de los padres y de la comunidad cuando dentro de nuestro gremio hay descalificación de la lengua materna por parte de colegas que piensan que el asunto de la enseñanza idiomática pertenece únicamente al profesor de lengua. Ante esta situación nos planteamos dos interrogantes generales ¿Qué importancia tiene la definición de una postura psicológica del aprendizaje por parte del docente? y ¿Qué didácticas, según la postura cognitivista, son las más adecuadas para la enseñanza de los sistemas de lectura y escritura en nuestras aulas?


Para dar respuesta a estas interrogantes es preciso desglosar ciertos enunciados y formular otras dos preguntas más específicas: qué es lectura y qué es escritura. Ambas son prácticas sociales de enfoque lingüístico y psicológico que pertenecen al segundo orden del proceso psicolingüístico, es decir, implican una adquisición gradual y progresiva. La lectura equivale al proceso receptivo de escuchar, mientras que la escritura equivale al proceso productivo de hablar. Para llevar a cabo ambos procesos es necesario conocer la estructura y las funciones de la lengua. También es necesario, tener en cuenta el desarrollo psicobiológico del alumno para recibir tales conocimientos. En soporte al carácter social de las prácticas de lectura y escritura, Lerner (2001) expone que:


La lectura y la escritura aparecen siempre insertas en las relaciones con las otras personas, suponen interacciones entre lectores acerca de los textos: comentar con otros lo que se está leyendo, recomendar lo que se considera valioso, discutir diversas interpretaciones de una misma obra, intercambiar ideas sobre las relaciones entre diferentes obras y autores (p.75)


Esta definición además de darnos un soporte social nos refiere una de las razones de mayor importancia para enseñar a nuestros chicos a leer y escribir adecuadamente. El perfil lingüístico, por su parte, es propio; el manejo del código, de su estructura sintáctica, el léxico, la semántica, la fonología y el dominio de las funciones comunicativas son aspectos originados de la capacidad notacional exclusiva del ser humano.


Ahora bien, para abordar el carácter psicológico de la lectura y la escritura retomamos la información sobre el enfoque cognitivo presentado en las primeras líneas de este texto de opinión. La postura psicológica, según Fraca de Barrera (1997), nos indica que la lengua escrita implica el procesamiento de datos sensoriales y de procesos guiados por la base previa del conocimiento (p. 71). El cognitivismo valida de manera significativa los eventos ambientales y considera al sujeto como ente activo en su proceso de aprendizaje. En tal sentido, es preciso visualizar una didáctica diaria que corresponda a cada una de esas características para obtener un aprendizaje efectivo en nuestros estudiantes. Cuando referimos que los procesos de aprendizaje actuales son encaminados por conocimientos previos, acentuamos que no es necesario recurrir a la presentación de un estímulo para obtener una respuesta específica.


Cada individuo, sin importar su grado de escolaridad, posee conocimientos previos de enseñanzas formales e informales. Por ejemplo, si hablamos de un infante que recién está ingresando al Sistema Educativo, partimos de su corta experiencia en la práctica de los eventos de primer orden del proceso psicolingüístico (hablar y escuchar). En cambio, si tratamos con alumnos de educación básica y media diversificada, como es mi caso en el ejercicio profesional de la docencia, nos encontramos con un mar de conocimientos ya adquiridos, que esperan por ser reforzados. El reforzamiento, en cognitivismo, es conceptualizado como “un factor más de los que afectan el aprendizaje, no - como - una condición necesaria para que el aprendizaje se produzca” Bandura (citado en Marcos, 1996).


Como docentes debemos partir de los conocimientos ya adquiridos de los estudiantes y complementarlos con nuevas competencias conceptuales, procedimentales y actitudinales que sean aplicables a su quehacer diario. En mi práctica diaria como docente de educación básica y media diversificada, en la Escuela Comunitaria Luisa Goiticoa Caracas-Venezuela, procuro aplicar los lineamientos propuestos por la postura cognitivista. Parto del respeto y valoración de los conocimientos previos que los alumnos poseen. Al encontrarme con juicios de valor poco adecuados, emitidos por los alumnos, intento reformular la concepción, de manera que no emito algún valor sobre las enseñanzas antes aplicadas y no coarto al estudiante al hacerlo sentir fracasado. Por otro lado, les explico con detenimiento las planificaciones diarias, a fin de generar acuerdos de enseñanza y aprendizaje beneficiosos para ambos lados.


De igual forma, sostengo la teoría de que el deber del docente es convertirse en una herramienta generadora de ideas, discusiones y reflexiones, el docente visto como una herramienta reforzadora de destrezas comunicativas, así como de competencias académicas para llevar a los estudiantes a la autonomía educativa. Para ello, es necesario, contar con un ambiente adecuado. Los profesores tenemos el deber de convertir el aula de clases en un laboratorio de experimentos. Para la enseñanza de la escritura, por ejemplo, debemos reflexionar ante el ejercicio de copia y dictado, ya que el estudiante se siente doblegado al tener que repetir los trazos de la letra patrón. Debemos comenzar a fomentar su espontaneidad, debemos dejarlos ser individuales en sus creaciones, guiar y reforzar su imaginación, orientar sus producciones y evitar aislarlos de los significados.


Siguiendo la postura cognitivista, podemos comenzar por recapacitar en la metodología que utilizamos (sea silábica o global) y corroborar si es la más adecuada para el aprendizaje significativo de nuestros alumnos. En relación con esta reflexión, es pertinente recordar que el principal objetivo de la lectura, es que el estudiante comprenda lo que lee, más allá de decodificar símbolos lingüísticos adecuadamente. Es necesaria una alta comprensión lectora para su futuro desempeño académico y social. Por consiguiente una buena manera de inculcar en nuestros chicos la práctica social de la lectura es a través de la revisión de diversas tipologías textuales. Presentar en nuestra aula de clases gran variedad de tipos de textos para trabajar un contenido cualquiera, incluso textos de temas ajenos al área de Castellano, nos ayuda a generar mayor curiosidad en el estudiantado, promover la identificación lector-obra según el gusto individual, iniciar autonomía investigativa y así obtener la participación activa de nuestros alumnos en su proceso de aprendizaje.


Después de presentar la actitud docente en el enfoque cognitivo y algunos ejemplos de las estrategias más factibles para una verdadera didáctica comprometida con la enseñanza de la lectura y la escritura, y a fin de dar respuesta a las interrogantes planteadas, queda concretar la importancia de la concepción de una postura psicológica en la práctica docente. Como expresara Quiroga Torrealba (1989), la praxis docente hay que “resguardarla debidamente de la improvisación y los apresuramientos” para realizar un buen trabajo, con la responsabilidad que amerita la formación de seres humanos, futuro de una Nación (p 182).


Finalmente, la apropiación de una teoría como plan de vida profesional, no es tarea fácil. Para ello, debemos conocer las teorías establecidas, y luego, según nuestro criterio, escoger la más apropiada y aquella que no contradiga nuestro hacer con el decir. El trabajo y la preparación de la idea de educar en lectura y escritura con firmes propósitos teóricos no tiene comparación cuando incorporamos en la balanza de valor y la satisfacción de graduar a un estudiante con destrezas cognitivas, afectivas, instrumentales y sociales bien adquiridas, estudiantes listos para permitirse experimentar el mundo de los letrados (Cassany, 2009).


Referencias Bibliográficas

- Cassany, D. (2009). Para ser letrados: Voces y miradas sobre la lectura. Barcelona: Paidos.

- Fraca, L. (1997). La naturaleza de la escritura. Letras 54-55.Caracas: UPEL - CILLAB

- Lerner, D. (2001). Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México: Fondo de Cultura Económica.

- Marcos, J. (1996). Claves de la Psicología del Aprendizaje Actual. Revista de Psicología General y Aplicada. Universidad de la Coruña.

- Quiroga Torrealba, L. (1989) El lenguaje en la formación escolar del niño. Estudios Lingüísticos y filológicos en Homenaje a María Teresa Rojas. Iraset Páez Urdaneta. Fernando Fernández y Luis Barrera Linares, (comps.). Caracas: Universidad Simón Bolívar.